jueves, noviembre 26, 2015

Sobre escribir - Manuel Puig (Escribir)






Con regularidad. Y no puede ser de otro modo. Cuando uno hace novelas tiene que ser así. Yo trabajo todos los días. Y todos los días tengo la misma resistencia a sentarme y seguir. 

Por lo menos me demanda un enorme esfuerzo. Creo que hay allí, en esa resistencia a empezar, cada día, el terror a la página en blanco, el terror de equivocarme. La cuestión es que hay, antes de sentarme, una hora o dos, en que doy vueltas y vueltas y vueltas. Todos los días es lo mismo, desde hace 20 años. Más, hace 21 años que escribo y esto no cambia. Al contrario, cada vez se hace más difícil.

Se necesita un grado de concentración muy profundo para tocar la zona que uno quiere. Entonces hay que hacer un gran esfuerzo para no escuchar la primera voz que se oye. En general, la primera voz es la de las influencias, la del conformismo. Hay que tratar de llegar a otros sustratos.


Yo tengo bastante poca resistencia. Me canso muy rápido. Si estoy cansado tengo que dejar esté donde esté. A la mañana corrijo. A veces corrijo traducciones. A la tarde, entre cuatro y ocho, escribo.


Cuando yo empiezo a trabajar en una novela es porque he encontrado un personaje con el que siento una afinidad especial. Es a través de ese personaje que yo planto cosas que no podría plantearme en mí mismo directamente. A través de él me planteo problemas míos no resueltos.



Yo quería hacer cine. Hacía guiones con temas muy escapistas en general que además, copiaban películas de Hollywood, y que, además, no gustaban a nadie.


Decidí entonces hacer una especie de bosquejo previo de cada personaje a fin de aclarármelos. Ese bosquejo tampoco sabía cómo hacerlo. Lo que sí tenía claro en la memoria era la voz de los personajes. No sabía tampoco si quería hablar de los personajes en tercera persona (...) Hablar en tercera persona significaba juzgarlos y esto me resultaba antipático. Lo que sí me pareció posible fue comenzar a registrar la voz de cada uno de ellos.

La anécdota se deriva del carácter de los personajes. Si se colocan varios personajes juntos y se los conoce bien, uno sabe qué hará cada uno de ellos.



A mí me gusta no darle todo resuelto al lector. Ofrecerle los elementos y, a la vez, un tiempo durante el cual pueda él poner en orden los datos que yo le doy y extraer sus propias deducciones.


...que ya la novela del siglo XIX ha analizado tan bien los contenidos conscientes de la psiquis, que si uno quiere hacer algo nuevo no tiene más remedio que buscar esos otros, pero que son tan ricos.... allí donde lo individual se vuelve colectivo y donde cesa la aparente libertad de elección del individuo. Allí donde el individuo, lo sepa o no, está manipulado totalmente por el inconsciente colectivo.


Al escribir esta novela sentía que era absolutamente necesario dar el panorama político de la protagonista, para que el lector termine de comprenderla. Ella es un producto de su época, que no ha surgido por generación espontánea, como los hongos del campo, y la época que le ha tocado es altamente politizada.






A mí, los géneros populares me tocan. El melodrama, la comedia musical, por ejemplo. Y trato de desentrañar los elementos válidos que puedan tener e incorporarlos en mis obras.


Lo que más me molestaba era ese problema con la autoridad, con la prepotencia.


Creo que en mis personajes y en mi vida he ido separando cada vez con más exactitud lo que hay de aceptación del sistema y las verdaderas necesidades de las personas.






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